Cáncer de próstata: ¿aumentan los casos entre los hombres más jóvenes?
Cáncer de próstata
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Desde 1990, la incidencia del cáncer de próstata entre los adultos jóvenes ha aumentado (ligeramente) cada año. Hay varias causas posibles. Los urólogos, sin embargo, nicho
El tumor es típico de la tercera edad. Pero su número parece estar creciendo incluso entre los hombres que aún no han entrado en la “tercera edad”. La incidencia del cáncer de próstata está aumentando entre los que se pueden definir como adultos jóvenes (hasta los 40 años).
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Una tendencia que se observa desde 1990 y que, según las conclusiones de un estudio publicado en la revista Cancer, puede asociarse a cualquier país o continente. Con una preocupación más, además de la puramente estadística. Los diagnósticos que se realizan en estos hombres más jóvenes se refieren casi siempre a enfermedades más agresivas, con un impacto inevitable en las tasas de supervivencia.
CÁNCER DE PRÓSTATA:
¿CÓMO PREVENIRLO?
¿UNA ENFERMEDAD TAMBIÉN DE LOS JÓVENES?
Los autores de la investigación analizaron un amplio conjunto de datos epidemiológicos de pacientes de Norte, Sur y Centroamérica. Pero también europeos, asiáticos y africanos. Así, con los números en la mano, tenían la confirmación de lo que ya había surgido de los estudios anteriores. En los últimos treinta años, la incidencia del cáncer de próstata ha aumentado entre los adultos jóvenes (25-29, 30-34, 35-39 años).
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La tasa de crecimiento ha sido del 2% desde 1990. Sin embargo, no es sólo una cuestión de números. De hecho, los tumores descubiertos en estos grupos de edad resultaron ser más agresivos por término medio. Una comparación de las tasas de supervivencia encontradas en Estados Unidos habla por sí misma. Si entre los hombres diagnosticados de 40 a 80 años la cifra se sitúa entre el 95% y el 100%, menos satisfactorios son los datos relativos a los jóvenes de 15 a 24 años (30%) y de 25 a 34 años (80%). Una diferencia que -hay que señalar- era mucho menos marcada entre los pacientes europeos.
CÓMO EXPLICAR ESTA TENDENCIA
Hay otros dos datos epidemiológicos que confirman que el cáncer de próstata también puede aparecer en la edad adulta media. Ya desde 2009, gracias a otro estudio publicado en Cancer, se sabe que la incidencia de la enfermedad entre los 35 y los 55 años ha pasado del 2,3 (1988-1991) al 9% (2000-2003). La misma investigación reveló un descenso en la edad media de diagnóstico: de 72 (1988) a 68 (2003). Entre las posibles causas de esta tendencia, los investigadores plantean varias hipótesis: desde la disponibilidad de métodos de diagnóstico utilizados incluso en hombres más jóvenes (con el riesgo de diagnosticar incluso tumores muy pequeños) hasta la prueba del antígeno prostático específico (Psa) incluso en hombres de entre 30 y 49 años (aunque no hay indicios de ello). Y además: la contaminación ambiental (aunque no está muy claro por qué, con la misma exposición durante menos tiempo, los hombres más jóvenes desarrollarían una enfermedad más agresiva), las infecciones por el virus del papiloma (aún no se sabe que sea una causa del cáncer de próstata), la obesidad (que provoca un descenso de las hormonas sexuales masculinas) y la inactividad física (en personas ya afectadas por la enfermedad, el ejercicio reduce el riesgo de recidiva y aumenta la supervivencia).
REVISIONES A PARTIR DE LOS 40 AÑOS SI HAY FAMILIARIDAD
Datos sorprendentes, dado que el cáncer de próstata es uno de los más frecuentes (se esperan 37.000 diagnósticos en 2019), pero es una enfermedad de la edad adulta y de la vejez. La neoplasia es la más común entre los hombres mayores de 50 años. De hecho, uno de cada cinco casos de cáncer que les afecta, afecta a la próstata. Por debajo de esta edad, en el sistema urogenital, el foco de atención se ha centrado hasta ahora casi exclusivamente en el cáncer testicular y, de forma secundaria, en el cáncer de pene. Ahora resulta que las neoplasias de próstata también pueden aparecer entre la tercera y la quinta década de la vida. “El riesgo existe, pero casi siempre se limita a los pacientes con antecedentes familiares de la enfermedad”, comenta Luca Carmignani, director de la unidad operativa de urología del Irccs Policlínico San Donato de Milán, “si hay al menos un pariente que ya se ha visto afectado por la enfermedad, los demás hombres deberían empezar a hacerse el cribado a partir de los 40 años”. De este modo, tenemos la posibilidad de diagnosticar en una fase temprana tumores más agresivos que los encontrados en los hombres mayores”.
CUIDADO AL DIAGNOSTICAR CON PSA
Según el presidente de la Fundación SIU onlus, junto con la FCA y la Fundación Umberto Veronesi en una campaña de consultas gratuitas realizada en 11 ciudades italianas, el estudio tiene varias limitaciones. “Los datos reportados no muestran cómo se hicieron los diagnósticos, qué límite de Psa se consideró y cuál fue el grado de agresividad de las diferentes enfermedades. Ser alarmista, por tanto, no ayuda. Ya hemos cometido muchos errores con la Psa, diagnosticando y tratando demasiados cánceres indolentes que no habrían causado la muerte de los hombres”. La prueba sólo debe recomendarse si existe una sospecha fundada de un tumor, antecedentes familiares o si el paciente que tiene delante sufre trastornos urinarios. “La solución no está en su autolectura, sino en una evaluación más amplia por parte del urólogo”, añade Walter Artibani, secretario general de la Sociedad Italiana de Urología, “es necesario tener en cuenta la variación del parámetro a lo largo del tiempo y el tamaño de la próstata, que puede detectarse mediante la exploración rectal. Sólo después se puede tomar la decisión de seguir investigando: recurrir a una resonancia magnética multiparamétrica y posiblemente a una biopsia.
CÓMO TRATAR A LOS PACIENTES MÁS JÓVENES
En cuanto a las soluciones de tratamiento, además de la cirugía y la radioterapia, el cáncer de próstata puede tratarse con terapia hormonal. Sin embargo, en el caso de los pacientes más jóvenes, dada la mayor agresividad de la enfermedad y una mayor esperanza de vida, la solución más adecuada es la prostatectomía. Si el tumor es pequeño, se puede optar por una cirugía “ahorradora de nervios”, con el objetivo de preservar la función sexual. La misma razón por la que, si existe la posibilidad, la cirugía robótica sería preferible a la cirugía tradicional.